viernes, 30 de abril de 2010

De egocentrismo y opresores.

Como seres humanos todos somos naturalmente egocéntricos, ignoramos la realidad del otro y todo lo que hacemos o pensamos es para nosotros. Gran parte de las veces no podemos "ponernos en los zapatos" del otro, principalmente porque no lo intentamos.
No niego que haya comprensión entre los seres humanos, pero esto sólo es posible cuando hay un elemento o un detalle -por más mínimo que sea- que se comparta con el otro, si así es se genera empatía. Cuando no está presente ese elemento las personas se repelen.
Ahora bien si así fuera no habría problemas en el mundo, nadie se metería con nadie y todos tendrían la capacidad de llegar a la felicidad -lo cual suena hermoso, no lo niego-, sin embargo no ocurre así. ¿Y por qué no? Por ese egocentrismo que tenemos y -como dirían las grandes potencias haciendo alusión a la teoría de la evolución de Darwin- por "la supervivencia del más fuerte". ¿Y por qué estos dos elementos? La respuesta es simple. Uno: Todo es para nosotros. Dos: Si debemos aplastar al otro por conseguir aquello que queremos, lo hacemos, como parte de la "selección natural".
Debo reconocer -o por lo menos quiero creer- que hay personas que llevan a cabo sus acciones de la mejor manera posible y logran la felicidad tal como decía Aristóteles "las acciones conforme a la virtud serán en sí mismas las más deleitosas". Pero por el momento no discutiré si estaba o no en lo correcto y tampoco qué es la felicidad.
Regresando al egocentrismo y a la selección natural debo decir que siempre hay un opresor y un oprimido. El opresor, simplemente por serlo, tiene cierto poder, éste atrae a otras personas y el opresor se vuelve reconocido, halagado. Puede parecernos irracional, sin embargo es muy común, especialmente en las escuelas, y últimamente se le ha dado el término de "bullying", el cual podría ser traducido como "torear", lo cual genera toda una analogía. El torero (opresor) hace burla del toro (oprimido) guiándole por caminos erróneos, si lo logra es elogiado con un "ole", el toro empieza a enojarse, pero siempre se encuentra bajo la merced del torero que lo va apuñalando poco a poco hasta dar la última estocada y lo hace caer seguido de una tribuna eufórica. Puede que suene exagerado y que no se llegue al extremo de la muerte, y esto porque muchas veces las estocadas son puramente psicológicas, pero siempre hacen caer al otro.
He dicho que todos somos egocéntricos, no sólo los opresores, también los que guían sus acciones de forma adecuada. Pero este egocentrismo no es negativo, se sigue viendo por uno mismo -eso queda claro-, pero no se consigue el reconocimiento por ser opresor, sino que puede ser por ayudar a los demás, pero siempre se tiene un reconocimiento y una fuerza propios, que son más complicados de alcanzar pero son los mejores y más duraderos. Dicho así tal parecería que los opresores necesitan de ese reconocimiento externo. Cosa que no me atrevo a afirmar, porque nunca me he puesto en los zapatos de un opresor.

domingo, 18 de abril de 2010

Asunto: (Sin asunto)

No hay nada que me moleste más de enviar un mail que el poner asunto. Claro que sirve para discernir entre si es un correo basura o no, pero cuando estoy frente a lo escrito veo el pequeño recuadro en blanco que dice "Asunto". En verdad no se me ocurre qué escribir. Cuando envío algo a un amigo no hay problema y suelo iniciar con las palabras "cosa de...". Pero ya alguna vez he escrito un mail que es para alguien que no conozco, algo mucho más formal. ¿Pero qué escribo? Pienso que no puedo escribir el motivo, porque se encuentra en la introducción, pero si no qué escribo. Generalmente repito la introducción en el asunto o viceversa. Pero alguna vez me he quedado en blanco y simplemente me salgo de la página y no envío nada.